Seguramente hayas visto alguna vez una planta que, estaba bien, pero que un día empezó a tener las hojas de color amarillo, hasta el punto de que se le podían distinguir fácilmente los nervios, e incluso, si te acercabas lo suficiente, veías los poros. Este comportamiento viene causado por una deficiencia de minerales. El problema más frecuente, y del que te voy a hablar hoy, es la falta de hierro, la cual se conoce como clorosis férrica.
Muchas son las plantas que pueden terminar teniéndola alguna vez a lo largo de su vida, pero como vamos a ver, es muy fácil prevenirla, y también curarla.
Prevención
Si no puedes encontrar sustrato con un pH bajo, mezcla un 70% de turba rubia con un 30% de arena de río o perlita.
La clorosis férrica se puede prevenir de una manera muy sencilla. Es importante que tomes nota de todo, pues no basta con preocuparnos sólo de una parte. Si hacemos bien, por ejemplo, el riego, pero tenemos la planta en un sustrato que no es el adecuado para ella, al final sus hojas amarillearán, para volverse luego marrones y caer.
Así, hay que usar agua y un sustrato ácidos, con un pH entre 4 y 6, para plantas consideradas acidófilas. En este grupo de seres vegetales encontramos: arces japoneses, camelia, gardenia, hortensias, azaleas, rodondendros, árbol de Júpiter,… entre otros.
Tratamiento
Una vez que las hojas se han vuelto amarillas no van a recuperar el verde. Pero… esto no significa que hayamos perdido la planta. De hecho, siempre hay algo que podemos hacer, y en estos casos se aconseja introducir unos cuantos clavos de hierro distribuidos por la maceta. Otra opción es añadir una cucharada pequeña de sulfato de hierro, o el zumo de medio limón al agua de riego.
De esta manera, te asegurarás de que las hojas nuevas salgan completamente sanas.
Si tienes dudas, ponte en contacto con nosotros.
El artículo ¿Qué es la clorosis férrica? ha sido originalmente publicado en Jardineria On.